Cuando trato de ilustrar la certidumbre me quedo como en blanco porque es un sentimiento complejo que puede implicar desesperanza, temor frente al futuro y miedos muy específicos. Es una emoción que es secundaria, es decir obedece a los sentimientos básicos de dolor, ira o temor.
Este tema es relevante porque el estado de incertidumbre que vivimos no obedece ya a crisis individuales, sino a la situación general a nivel global, que implica grandes desafíos a nivel espiritual, político, económico, y social. Por eso sin duda la estamos experimentando y necesitamos recordar los recursos maravillosos, que habitan en Nuestro Manual de Vida.
¿Has tenido recientemente la sensación de que no tienes respuesta frente a lo que va a pasar en el futuro? ¿Como si estuvieras en una barca a la deriva en alta mar? La salud, la economía, la seguridad, el gobierno, la estabilidad, el sistema pensional, las crisis de los combustibles; la lista se vuelve grande. Lo difícil de todo esto es que pareciera que las naciones se han quedado sin buenos líderes o al menos no pareciera que saben hacer para mejorar las cosas.
Seguro ha habido tiempos en la historia de terribles incertidumbres, por los imperios, las guerras, las hambrunas, las pandemias, y a quienes vivieron esos momentos, tuvieron también esa sensación de estar a la deriva en alta mar, con altas posibilidades de hundirse.
Yo amo el mar, verlo, pero estar cerca de la playita. No me gusta cuando no siento la tierra en mis pies y confieso que no miro reels de barcos que se hunden, tormentas terribles, animales que persiguen nadadores en la playa, incluso de nadadores de esos que bajan a grandes profundidades bajo el agua, o aquellos que se adentran en a cavernas a metros de profundidad. Me dan una sensación desagradable, precisamente de incertidumbre.
Hoy mientras lees esto recordamos las crisis actuales y aquellos países en que se3 están viviendo momentos aciagos, especialmente donde arrecia la guerra, la corrupción o el totalitarismo. Te animo a recordar en oración a nuestros hermanos en profundos temores frente a su futuro. Especialmente aquellos que lo han perdido todo y están luchando por qué comer y que beber; aquellos que saben muy bien qué es experimentar la desazón frente a este tiempo.
Cuando las crisis nos ponen ante situaciones aparente “no futuro”, lo mejor es empezar a revisar qué es lo que está debajo de ese desagradable sentimiento. ¿Qué hay bajo esa capa? Sin duda una emoción básica de temor, lo cual da cuenta de las amenazas que sentimos ante el no saber que sigue, que viene y qué nos espera.
Pero no es solamente un temor básico, tiene mucho que ver con aquellas preocupaciones constantes que tenemos sobre nuestras necesidades fundamentales como, por ejemplo, nuestra salud, los alimentos, nuestro vestido, nuestra vivienda, cómo va a salir ese examen diagnóstico, cómo estará nuestra salud ante un sistema de salud en modo de fallo.
Recientemente una chica una amiga muy querida llegó al servicio de urgencias con una afección cardiaca severa con inminente peligro vital y no pudo ser atendida de una manera adecuada, muy a pesar de que trabaja en un hospital y tiene póliza especial pre-pagada. Nada de eso funcionó. ¿Qué hacer? Además de lamentarlo, lo primero que experimentó su familia fue un terrible temor frente al futuro. ¿Sobreviviría? Así fueron surgiendo mil preguntas más que emergieron en medio de esta experiencia tan dolorosa.
Algunos nos dirían frente a la incertidumbre que dejemos de pensar en el futuro, que solo nos enfoquemos en el presente; una manera muy del momento, especialmente en los más jóvenes que sienten quizás que no tienen mucho que esperar hacia adelante. Esta es una trampa un poco peligrosa, porque te puede dejar a la deriva, sin esperanza, y en los peligros de los placeres momentáneos, pues si no hay mucho que esperar, pues hay que vivir la vida como sea, sin una visión de proyecto de vida que implique esfuerzo, sacrificio y valor.
El problema es que vivir así sería como tapar el sol con un dedo, porque hay crisis reales que no necesitamos evadir, sino enfrentar. En primer lugar, hay que reconocer que sí estamos en crisis de futuro y que si hay muchos hay muchos pasándola mal, incluso quizás, nosotros.
Este es un buen momento para parar y darnos cuenta que nos está pasando y cómo estamos afectados en vez de haceros los locos e indiferentes.
Es entonces momento de dar espacio y voz a ese lamento por lo perdido, porque es parte de la manera en que Dios nos ha permitido expresar nuestra vulnerabilidad. Es necesario que te lamentes. También debemos tener una mayordomía adecuada de nuestra mente frente a lo que llamamos “resiliencia mental”, que tiene que ver con poder entregar al Señor de Señores, todas esas imaginaciones que no son reales, sino que obedecen al miedo.
No quiere decir esto que estoy proponiendo quedarnos en un lamento perpetuo y sin resolución. Es necesario atender esa sensación de “no futuro” e ir a la fuente de la Esperanza. Mi propuesta no sería que dejes de sentir temor porque todo va a estar bien. Lo importante aquí es enfocarnos y entender cuáles son los recursos que tenemos que son parte de nuestra mayordomía, y no enterrar la cabeza en el piso como las Avestruces y mantener esa sensación de incomodidad, lo cual puede afectar nuestra salud. Ante las crisis hay que ser proactivos y en vez de evadirlas, ser responsables con nuestros recursos físicos y relacionales y estar preparados en la manera que nos sea posible.
Además, también necesitamos ser muy conscientes de que la recursividad se nos puede agotar y necesitamos una dosis extra de gracias. El profeta Isaías en el capítulo 55, el cual nos guía a tierra firme, nos enfoca en los recursos sobrenaturales de gracia que hay para ti y para mi, si tu confianza está puesta en el Señor. Hay una promesa de provisión, gracia y paz maravillosas.
Eso es lo que necesitamos, una paz sobrenatural que no es conforme al mundo visible, porque éste no nos los puede dar, sino que va mucho más allá. Debes saber que tienes un Padre generoso. Dice así:
«Todos los sedientos, vengan a las aguas;
Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman.
Vengan, compren vino y leche Sin dinero y sin costo alguno.
¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
Y su salario en lo que no sacia?
Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,
Y se deleitará su alma en la abundancia.
Inclinen su oído y vengan a Mí, Escuchen y vivirá su alma.
Y haré con ustedes un pacto eterno,
Conforme a las fieles misericordias mostradas a David.
Sí, necesitas entrara al territorio de la misericordia, al territorio de la promesa. Es muy impactante saber que, en medio de necesidades muy profundas y básicas, el Señor está para proveer. Y está para que enfoquemos nuestra vida en lo que sí debemos preocuparnos; en poder mantenernos cerca de Él, con nuestra alma alimentada de esperanza y confianza. Esto te ayudará también a salir de tu propio egocentrismo para poder ser generoso y ser solidario con los que la están pasando mal. Una sociedad sin empatía, solidaridad y generosidad no sobrevivirá.
El territorio de la misericordia de Dios, sin duda es firme. Espero que hoy tu corazón reciba ese regalo de paz y tengas la certeza que tu futuro está en sus manos, pero recuerda que debes inclinar tu oído y escuchar. Lo recibes si lo pides y lo crees. Se que habrá un buen futuro, dice una canción de Tales Roberto de Brasil. Espera un buen futuro para ti.