Bogotá, octubre de 2025. — Un informe de inteligencia reveló la presencia del Cártel de los Soles en Colombia, organización criminal venezolana que habría establecido una alianza estratégica con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) para expandir sus operaciones de narcotráfico y lavado de activos en territorio nacional. La información, confirmada por fuentes de alto nivel, señala que esta cooperación trasnacional representa una nueva amenaza para la seguridad del país.
El hallazgo se conoce en medio de un contexto marcado por los reveses del proyecto de “paz total”, impulsado por el Gobierno Nacional, que enfrenta dificultades ante el fortalecimiento de estructuras armadas ilegales. De acuerdo con informes recientes de organismos de derechos humanos, el Clan del Golfo mantiene presencia en 392 municipios, el ELN en 232, y las disidencias de las FARC en 299, cifras que evidencian un aumento sostenido frente a años anteriores.
Los reportes de inteligencia señalan que el Cártel de los Soles estaría utilizando corredores fronterizos y alianzas logísticas con el ELN para facilitar el tráfico de cocaína hacia Centroamérica y Europa, además de operar empresas fachada en países como Dubái y Catar para el lavado de dinero. En paralelo, se estima que los incidentes armados en Colombia aumentaron un 45 % durante el primer trimestre de 2025, reflejando un recrudecimiento del conflicto interno y una mayor capacidad de fuego de los grupos ilegales.
Analistas advierten que esta convergencia criminal podría representar el mayor desafío para las instituciones colombianas en la última década. La cooperación entre un cartel internacional y una guerrilla nacional consolida una red con poder económico, militar y territorial que pone en riesgo la estabilidad de las regiones más vulnerables y agudiza la desconfianza ciudadana frente al proceso de paz.
Más allá de las negociaciones y los discursos, la paz total enfrenta un inminente fracaso. En los últimos años, la violencia y los grupos subversivos —en lo urbano y lo rural— han recuperado fuerza, sumiendo al país en una atmósfera de incertidumbre y zozobra. Hoy Colombia se debate entre la esperanza de la reconciliación y la realidad de una guerra que se reconfigura, recordando que la verdadera fortaleza de una nación no se mide en promesas políticas, sino en su capacidad de proteger a su gente y defender la justicia sobre el poder.
REDACCIÓN DESAFIO: Luis Eduardo Ariza
